La cirugía bariátrica y metabólica no es el fin de la obesidad sino la puerta hacia un nuevo estilo y calidad de vida. Según destacan los expertos, se trata de la mejor herramienta que existe en la actualidad para lograr y mantener el descenso de peso, y controlar las enfermedades asociadas como diabetes e hipertensión arterial. Sin embargo, la efectividad de este procedimiento quirúrgico aumenta con un correcto acompañamiento del equipo multidisciplinario integrado por especialistas en psicología, nutrición, medicina interna y diabetología, entre otros.
“La mayor efectividad de la cirugía bariátrica se alcanza cuando hay plena adherencia al equipo multidisciplinario experimentado en seguimiento posoperatorio”, enfatizó Ezequiel Fernández, cirujano bariátrico y metabólico, que presidirá el IV Congreso de la Sociedad Argentina de Cirugía de la Obesidad, Enfermedad Metabólica y otras relacionadas con la obesidad (SACO), a desarrollarse de forma virtual entre el 1 y 3 de julio.
En ese sentido, el especialista explicó que la obesidad es una enfermedad multifactorial y, como tal, “debe ser abordada también desde un punto de vista psicológico, nutricional y clínico”, tanto en la instancia previa a la cirugía como posterior. “Hasta hace unos años, se creía en el concepto simplista de que el exceso de peso respondía a un hábito alimentario, a un exceso de ingesta y falta de ejercicio. Pero hoy se sabe qué factores familiares, genéticos y ambientales juegan un rol clave en su desarrollo. Por ejemplo, una persona cuyos padres padecen obesidad tiene muy altas probabilidades de sufrirla también”, subrayó.
De las falsas expectativas a la realidad
Asimismo, el cirujano hizo hincapié en que, en general, el paciente que llega a la consulta con el equipo quirúrgico ya ha tratado todo tipo de tratamientos y se ha agotado en sus intentos. Por eso, destacó la importancia de que estos pacientes comprendan que lo que no pudieron conseguir en 10 o 15 tratamientos previos a lo largo de los últimos años, no lo van a alcanzar de manera inmediata a través de una cirugía.
Detectar estas falsas expectativas en torno a la cirugía bariátrica y metabólica también será tarea del equipo multidisciplinario. “El procedimiento no es un atajo al tratamiento de la obesidad, que permite estar en dos meses delgados y dejando atrás las enfermedades asociadas. Por eso, hay que concientizar al paciente de que es un proceso de rehabilitación que va a durar en el tiempo y tiene que llegar en las mejores condiciones metabólicas y psicofísicas a la intervención quirúrgica, para que tenga los mejores resultados en el tiempo, siempre acompañado de un equipo multidisciplinario”, detalló el especialista.
Obstáculos
En esa línea, el experto señaló que la necesidad de continuar luego de la cirugía con el seguimiento a mediano y largo plazo puede resultar para algunos pacientes un obstáculo. “Muchas veces, es difícil que el paciente tenga una adherencia y una disciplina constantes”, admitió, al tiempo que comentó que es habitual que los pacientes operados experimenten fluctuaciones de peso, aunque “está demostrado que a más de diez años mantienen el descenso”.
La falta de cobertura por parte de las obras sociales y empresas de salud también puede obstaculizar el seguimiento multidisciplinario posquirúrgico. “En general, no hay un reconocimiento total del tratamiento crónico. Entonces, comienzan los problemas de falta de cobertura para diferentes subespecialidades. Algunas obras sociales no reconocen el seguimiento psicológico, otras son reticentes a realizar estudios de laboratorio o pruebas diagnósticas a los seis meses, al año o a los dos años de la cirugía, que son importantes para detectar cualquier desviación del descenso de peso y poder actuar de manera inmediata sobre esa situación”, remarcó.
Soporte clínico y nutricional
Por su parte, Lilia Cafaro, médica clínica especialista en nutrición y también presidente del IV Congreso SACO, enfatizó que hay muchas enfermedades asociadas con la obesidad que son silentes, como la diabetes o la malnutrición (anemia, déficits de vitaminas y minerales) y otras que los pacientes pueden subestimar, como la apnea del sueño. “La evaluación prequirúrgica permite el diagnóstico de esta clase de afecciones que el paciente a veces desconoce y que se deben tratar”, expresó en ese sentido y añadió que es necesario adecuar clínicamente al paciente para que llegue en mejores condiciones al acto quirúrgico y disminuir así las chances de complicaciones. De modo que la elección de un equipo tratante experimentado constituye un pilar del éxito del procedimiento.
En la etapa de evaluación prequirúrgica, se realiza una valoración del estado clínico y nutricional. “El tratamiento nutricional antes y luego de la cirugía tiene como objetivos asegurar un correcto y adecuado aporte energético y nutricional que favorezca tanto el descenso de peso como la recuperación postquirúrgica”, puntualizó.
Luego del acto quirúrgico, el equipo de especialistas deberá acompañar al paciente de manera crónica. “El proceso de seguimiento con el equipo es continuo y extendido en el tiempo, dado el carácter crónico de la obesidad severa y de las enfermedades asociadas”, reiteró Cafaro, que agregó: “Los pacientes requieren estar con suplementos de vitaminas y minerales para toda la vida. Además, en todas las etapas del tratamiento se motiva al paciente a realizar actividad física ya que el ejercicio contribuye en forma positiva en la composición corporal, manteniendo una salud muscular y ósea, también mejora la capacidad cardiorrespiratoria y contribuye a la disminución y el mantenimiento del peso corporal descendido”.
La “cirugía emocional”
En tanto, la licenciada en Psicología Marcela Casabella puso de manifiesto la relevancia de la intervención psicológica en el tratamiento quirúrgico de la obesidad y las enfermedades asociadas. “Al operar a un paciente con hiperobesidad, el cirujano opera el cuerpo, opera un esquema corporal, pero el esquema corporal -desde la psicología- se complementa con la imagen del cuerpo. Y la imagen del cuerpo es la vivencia histórica, íntima, que se construye a lo largo del tiempo y es absolutamente emocional”, resumió. “La imagen del cuerpo no se opera en un quirófano y persiste más allá de la cirugía. Tiene que ver con la historia de la obesidad. Por eso, siempre digo que el psicólogo realiza la segunda cirugía. Los cirujanos operan un cuerpo y nosotros operamos la historia. Si no podemos trabajar sobre la historia de la obesidad, quedamos a mitad de camino en el tratamiento”, explicó.
En ese sentido, hizo hincapié en que es necesario un primer buen abordaje prequirúrgico no solo para evaluar al paciente y fomentar una buena adherencia, sino para concientizarlo de todos los cambios -no solo físicos sino además psicosociales– que va a acarrear la cirugía a futuro. “Esas primeras sesiones de evaluación prequirúrgica, en las que se hace una psicoprofilaxis quirúrgica, permiten que el paciente llegue en las mejores condiciones al quirófano”, aseguró.
La psicóloga apuntó que el abordaje psicológico también es un predictor de aquellos casos de baja adherencia y de posibilidad de re ganancia de peso a futuro. “Un muy buen trabajo de apoyo terapéutico es un preventivo”, aclaró, para luego concluir: “En la obesidad, hay una ritualidad compensatoria inevitable, que no cambia después de la cirugía porque no depende del estómago sino de las emociones. Por eso es tan importante continuar trabajando sobre esa estructura emocional, que es el soporte del sobrepeso, una vez efectuado el tratamiento quirúrgico”.